Obesidad y papel en la mujer
La obesidad parece que aún es una de las principales causas de morbilidad y mortalidad en todo el mundo. Tanto en hombres como en mujeres, juega un rol relevante en la salud pero, en el género femenino, suele expresarse con más frecuencia.
Este hecho acarrea un problema para la fertilidad, la concepción, la gestación y la posterior obesidad infantil.
En este artículo se desglosará el contexto habitual que rodea a la mujer que padece esta patología.
Factores relacionados con la obesidad
La genética, comúnmente conocida en la adipogénesis pero frecuentemente mal interpretada, forma parte del pool de factores que pueden aumentar la incidencia y prevalencia de esta patología.
Numerosos estudios epidemiológicos vinculan la relación entre el IMC (índice de masa corporal) de padres y madres con el de sus hijos.
¿Quiere decir esto que la genética juega un papel fundamental en la obesidad?
No en la mayoría de los casos.
Junto a la herencia genética, también se dispone de un traspaso de hábitos generacional que incluye alimentación, actividad, ejercicio físico, gestión del estrés, exposición solar anual, cuidado intestinal, exposición a tóxicos, y un largo etc.
Se puede comprender que la cesión educacional de padres/madres a hijos tiene incluso más relevancia en el desarrollo de la enfermedad.
· Otro de los factores con impacto significativo en el desarrollo de obesidad en edades tempranas es la programación fetal y la vida temprana. Se conoce que el hecho de padecer esta patología en el embarazo supone una transmisión de lípidos circulantes maternos a través de la placenta que crean un riesgo mayor de enfermedad metabólica en la infancia.
También, la lactancia materna puede ser un pequeño protector contra la obesidad infantil, según los trabajos de Arenz et al.
· Incluso las pérdidas de peso previas al embarazo producen un cambio hormonal “agresivo” que puede perdurar 12 meses hasta recuperarse teniendo, por consiguiente, efectos en el feto si no se asegura el tiempo de estabilización endocrina.
· El microbioma intestinal, según afirman las últimas investigaciones, también juega un rol en la multifactoriedad de esta patología. Se señala que las modificaciones importantes en el microbioma intestinal, derivadas del consumo de antibióticos, estrés o dieta pueden relacionarse con mayores tasas de obesidad.
· La salud del sueño y la cronodisrupción que acompaña a mujeres con obesidad o síndrome metabólico forma también parte relevante en el entorno de desequilibrio metabólico.
· El estilo de vida, considerado uno de los aspectos más importantes en la etiopatogenia, engloba no sólo el movimiento sino también una amplia gama de variables ambientales que pueden impactar en la estabilización o desestabilización del equilibrio fisiológico.
Deficiencias o insuficiencias nutricionales
Encontrar un déficit nutricional en la actualidad es difícil pero sí que está datada una insuficiencia general de nutrientes en comparación con antaño.
Por ejemplo: Una insuficiencia de vitamina B12 parece relacionarse con un IMC más alto y con niveles de HDL-C más bajos.
Por lo tanto, es concebible que si las mujeres con mayor prevalencia de deficiencia de vitamina B12 ingresan al embarazo pueden predisponerlas a un mayor riesgo de obesidad, dislipidemia e hiperglucemia.
Conclusiones
El género femenino se ve impactado por una cantidad elevada de factores que impactan en la salud y propician la aparición y permanencia de estas desregulaciones metabólicas que estás marcadas, además, por un exceso de tejido adiposo disfuncional y proinflamatorio. Es de necesidad imperiosa que se trabaje en protocolos de reeducación en salud y no solamente se pauten fármacos inhibidores de vías generadoras de glucosa endógena.