La nutrición a través de la alimentación debe ser la base de la nutrición de la madre, pero actualmente la dieta de muchas mujeres embarazadas es insuficiente en micronutrientes, razón por la cual la suplementación es necesaria.
El embarazo es un desafío desde el punto de vista nutricional, ya que los requerimientos de nutrientes aumentan y su consumo puede afectar a la salud materna y fetal. Los estados de deficiencia de micronutrientes están relacionados con la preeclampsia (hipertensión del embarazo), la restricción del crecimiento intrauterino, el aborto y las anomalías congénitas. Se recomienda la suplementación con ácido fólico en dosis de 400 mcg/día y debe comenzar al menos un mes antes de la concepción y extenderlo durante el embarazo en madres con riesgo nutricional.
EL SUMINISTRO INADECUADO DE OLIGOELEMENTOS PUEDE CAUSAR ANOMALÍAS EN EL DESARROLLO FETAL Y PREDISPONER A UN NIÑO A TRASTORNOS MÁS ADELANTE EN LA VIDA
Es importante vigilar la dosis adecuada de ácido fólico para prevenir los posibles efectos adversos de la acumulación no metabolizada en plasma. Con respecto al yodo, existen diversas opiniones entre los expertos, pero es evidente que se debe suplementar en las mujeres embarazadas en las que se ha corroborado su deficiencia.
El papel del hierro (Fe), zinc (Zn), manganeso (Mn), cobre (Cu) y selenio (Se) durante el embarazo es también de capital importancia. El suministro inadecuado de oligoelementos puede causar anomalías en el desarrollo fetal y predisponer a un niño a trastornos más adelante en la vida. Los elementos traza son clave de las enzimas responsables de la modulación del sistema de defensa antioxidante del organismo. Se ha sugerido que existe un mayor riesgo de desarrollar preeclampsia cuando los niveles de oligoelementos están reducidos. Los elementos traza son componentes de numerosas enzimas reguladoras y de hormonas esenciales para la división y diferenciación de las células fetales. Las deficiencias minerales en mujeres embarazadas, pueden causar defectos de nacimiento del sistema nervioso central y trastornos del crecimiento.
LA NUTRICIÓN ADECUADA DURANTE EL PERÍODO PRENATAL Y LOS PRIMEROS AÑOS DE VIDA ES ESENCIAL PARA EL DESARROLLO CEREBRAL Y LA FUNCIÓN COGNITIVA
La preeclampsia puede afectar entre el 2 y el 8% de todos los embarazos. Afecta gravemente a la salud materna después del embarazo. La suplementación con vitaminas podría reducir el riesgo de preeclampsia, según una publicación del Journal of the Formosan Medical Association del 2018. Los resultados indicaron que la suplementación con vitamina D podría reducir significativamente el riesgo de preeclampsia. Se observaron resultados similares en los estudios con suplementos multivitamínicos, pero se debe individualizar cada caso.
La nutrición adecuada durante el período prenatal y los primeros años de vida es esencial para el desarrollo cerebral y la función cognitiva. Aproximadamente 28 días después de la concepción, la placa neural se pliega y se fusiona, formando el tubo neural, lo que da lugar al desarrollo del cerebro fetal. El folato (ácido fólico) adecuado de la dieta materna durante este período es esencial para la formación del tubo neural. Una deficiencia en este nutriente puede afectar negativamente el desarrollo del cerebro, dando como resultado defectos del tubo neural, espina bífida y otras patologías neuronales.
El yodo es necesario para la migración y diferenciación de las células neuronales, la formación de sinapsis y la mielinización, mientras que el hierro en la dieta es necesario para la neurogénesis y la producción de dopamina (un neurotransmisor). Se sabe que la deficiencia de estos nutrientes compromete el desarrollo cerebral y causa un deterioro cognitivo significativo en la descendencia. La importancia de una ingesta adecuada de folato, yodo y hierro durante el embarazo para el desarrollo del cerebro fetal ha sido bien explorada; sin embargo, el papel del desarrollo de otros nutrientes dietéticos, por ejemplo, zinc, ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga, no está claro en los estudios en humanos.
OPTIMIZAR EL DESARROLLO DEL CEREBRO Y LA FUNCIÓN COGNITIVA TIENE IMPORTANTES CONSECUENCIAS A LARGO PLAZO PARA LOS INDIVIDUOS Y LAS SOCIEDADES
El vínculo entre la nutrición en la vida temprana y la función cognitiva infantil es difícil de establecer porque el cerebro es un órgano heterogéneo que consta de múltiples regiones anatómicas (hipocampo, cuerpo estriado, corteza…) y procesos de desarrollo neurológico en diferentes edades. Por ejemplo, la mielinización comienza a las 12-14 semanas de gestación y ocurre a una tasa máxima durante los primeros dos años de vida, pero continúa hasta la edad adulta.
Optimizar el desarrollo del cerebro y la función cognitiva tiene importantes consecuencias a largo plazo para los individuos y las sociedades. La función cognitiva afecta al rendimiento académico y al nivel de educación. La cognición subóptima durante la infancia se ha asociado con un mayor riesgo de delincuencia adolescente y la criminalidad violenta en adultos.
En una publicación de la Pediatric Research del 2016 se concluye que los ensayos clínicos aleatorizados sobre los efectos de la suplementación con el ácido docosahexaenoico (DHA) prenatal y su impacto en la cognición infantil son mixtos. La suplementación con DHA no afectó la visión de los niños, pero los bebés de madres suplementadas mantuvieron altos niveles de atención sostenida durante el primer año. El grupo suplementado también mostró un desgaste significativamente reducido en algunas pruebas de desarrollo cognitivo, especialmente a los seis y nueve meses. Los hallazgos confirman la sugerencia de que el DHA prenatal puede afectar positivamente la atención.
En la revista Nutrients de 2017 se publicó un ensayo controlado aleatorizado para estudiar el impacto de la suplementación con DHA durante el embarazo, y su injerencia en la adiposidad infantil. Los datos de esta publicación sugieren que la suplementación con DHA durante el embarazo en madres obesas puede tener efectos duraderos en las medidas de adiposidad de los hijos.
En los últimos 20 años, se ha demostrado que la constitución del microbioma (genética de los microbios que conviven en nuestro cuerpo) humano está condicionada por múltiples elementos como el patrimonio genético, la prematuridad, la cesárea, el tipo de nutrición infantil, la administración de probióticos o antibióticos, los factores estresantes perinatales y las infecciones.
Otros estudios demostraron que una microbiota (bacterias que conviven en nuestro cuerpo) intestinal normal participa en la inducción de la tolerancia inmune. Las alteraciones de la microbiota están asociadas con el desarrollo de muchos estados patológicos, como cólicos infantiles, enfermedades inflamatorias del intestino, enterocolitis necrotizante, asma, enfermedades atópicas, enfermedad celíaca, diabetes, trastornos del estado de ánimo y trastornos del espectro autista. Hoy en día no existe una recomendación estándar para realizar una suplementación dirigida en pacientes individuales.
Los estudios sugieren que la microbiota puede influir en las respuestas inmunológicas e inflamatorias sistémicas y, por lo tanto, modular el inicio de la sensibilización y la alergia.
En 2015, las directrices de la OMS sobre prevención de alergias recomiendan el uso de probióticos en mujeres embarazadas con alto riesgo de tener un hijo alérgico; mujeres que amamantan a bebés con alto riesgo de desarrollar alergias; y lactantes con alto riesgo de desarrollar alergias.
Estas son las recomendaciones de la comunidad científica para el uso de los probióticos como una intervención preventiva para las enfermedades durante el embarazo y el período perinatal, a pesar de los numerosos estudios que demuestran los beneficios clínicos de la administración de probióticos en el embarazo y el período perinatal. También es importante subrayar que la seguridad y la eficacia de los hallazgos atribuibles a un solo producto probiótico no se pueden aplicar a otras formulaciones probióticas, especialmente si el producto se administra a pacientes como mujeres embarazadas y recién nacidos. Las directrices de la OMS para los probióticos establecen que se requiere una nomenclatura y una designación adecuadas de la cepa en un producto probiótico. Sin una identificación adecuada de las cepas y/o de la aclaración del origen del producto, como el sitio de fabricación, la evidencia clínica se transfiere erróneamente de un producto a otro. Esta es la razón por la que se requiere un control de calidad más estricto con los probióticos y una razón más para utilizar marcas con altos estándares de calidad.
En una publicación de la British Journal of Nutrition de 2017 documentaron que la administración temprana de suplementos probióticos con Lactobacillus rhamnosus HN001 puede reducir la prevalencia de diabetes mellitus gestacional (DMG). La suplementación con HN001 desde las 14 a las 16 semanas de gestación puede reducir la prevalencia de DMG, especialmente entre las mujeres mayores y aquellas con DMG previa.
Las exposiciones maternas y bacterianas intestinales durante el embarazo influyen en el desarrollo del sistema inmunitario fetal y en el posterior asma de los hijos, según una publicación del Frontiers in Endocrinology (Lausanne) de 2017.
La evidencia actual de los estudios clínicos indica que la deficiencia de vitamina D es muy común en mujeres embarazadas y en período de lactancia, y se asocia con una variedad de resultados adversos. Es importante destacar que está claramente establecido que la suplementación con vitamina D en las dosis comúnmente utilizadas en mujeres embarazadas, y en período de lactancia, es segura y puede mejorar efectivamente el estado de la vitamina D y el calcio del feto y el bebé, protegiendo así la salud del esqueleto. Las pautas actuales recomiendan una ingesta de vitamina D de 400 a 800 UI por día para mujeres embarazadas. Según la publicación de la revista International Journal of Environmental Research and Public Health del 2018, cuando una mujer quiere asegurar un suministro suficiente de vitamina D a su feto o bebé, una ingesta de un suplemento de vitamina D en una dosis de 800 a 1000 UI por día durante la preconcepción o el embarazo, es suficiente para alcanzar en sangre las concentraciones que se recomiendan en las pautas de vitamina D. Pero el ideal es que se realice una analítica en la madre para asegurar el status de esta vitamina.
El impacto de la vitamina D y sus metabolitos en la señalización genética durante el embarazo, tanto en la madre como en el feto, es un área de investigación y está aún en sus etapas iniciales. La suplementación de vitamina D durante el embarazo minimiza el riesgo de ciertos resultados adversos (por ejemplo, parto prematuro, asma, preeclampsia y diabetes gestacional) según asegura la publicación de Frontiers in Endocrinology de 2018. Los mecanismos de cómo ocurren estos procesos no se comprenden completamente.
En la publicación de la revista Fetal Diagnosis and Therapy de 2018 aseguran que algunas prácticas médicas han sido arraigadas en la costumbre durante décadas, mucho después de que se estableciera la “prueba” de que eran efectivas. Es necesario reevaluar periódicamente estas prácticas, ya que las nuevas teorías e investigaciones pueden cuestionar la evidencia en la que se basaron. Un ejemplo es la antigua práctica de décadas de recomendar un suplemento de 4 mg (4000 μg) de ácido fólico a las mujeres que corren el riesgo de presentar un defecto recurrente del tubo neural (NTN) durante el embarazo. Esta recomendación se basó en los hallazgos de un ensayo clínico aleatorizado en 1991. Desde entonces, varios estudios han confirmado la utilidad de 400-800 μg de ácido fólico para reducir los riesgos de enfermedades neurológicas, pero ningún estudio ha establecido una reducción adicional en riesgo con dosis superiores a 1 mg (1000 μg). La comprensión actual del metabolismo del ácido fólico durante el embarazo sugiere que, a dosis más altas, superiores a 1 mg, no hay un aumento de la absorción. La evidencia reciente sugiere que la suplementación con 4 mg de ácido fólico puede no ser más efectiva que las dosis más bajas. Por lo tanto, recomiendan que los clínicos utilicen dosis de 400-800 μg por día para todos los pacientes, y que analicen el estado de folato en sangre de la madre.
Algunas madres tienen dificultad para metabolizar el ácido fólico a su versión metabólicamente activa, por lo cual se recomienda que utilicen versiones de ácido fólico tales como el folato (5MTHF-glucosamina). También existen suplementos multinutrientes para antes y después del embarazo, que contienen los micronutrientes comentados anteriormente y que pueden marcar la diferencia para la salud de la madre y el feto.
En cualquier caso, no olvides que la información contenida en este artículo es sólo para fines informativos y no pretende sustituir el consejo de un médico u otro profesional sanitario.
DR. JORGE ENRIQUE ANGEL Medical Advisor Equisalud
Artículo publicado en la Revista Vivo Sano nº21