¿En qué punto está la evidencia científica?
Introducción
Durante años el ejercicio físico ha tenido una interpretación meramente estética. Sin embargo, en las últimas décadas grandes trabajos han recalcado el potencial y la necesidad del movimiento en el ser humano.
El ejercicio afecta a la totalidad de las regiones tisulares de forma directa e indirecta, aunque el más reconocido es el sistema musculoesquelético.
Este artículo se centrará en la relación existente entre el movimiento y la salud intestinal.
Eje músculo-intestino
Varios estudios han sugerido que existe una comunicación bidireccional entre el tejido muscular y el intestino, el llamado eje músculo-intestino.
La base que sustenta la existencia de este eje es que la contracción propia de las células musculares ejerce un efecto antiinflamatorio debido a la liberación de mioquinas (citoquinas específicas del tejido muscular).
Y no solamente queda la relación en ese punto, sino que recientemente, en una revisión se informó del rol de algunas mioquinas en funciones de mediación de secreción incretinas (hormonas que se producen en respuesta a la ingesta de alimentos) como el péptido 1 similar al glucagón (GLP-1).
Otra evidencia existente del citado eje es que la microbiota intestinal productora de ácidos grasos de cadena corta (AGCC) median el metabolismo energético en las mitocondrias del cuerpo humano que a su vez ayudan a regular la glucosa de todo el cuerpo.
Los AGCC interactúan también con receptores específicos acoplados a la proteína G en las células L intestinales, estimulando la secreción de GLP-1.
Estos ácidos grasos como el acetato, propionato y butirato tienen relevantes funciones en el metabolismo del huésped.
- Acetato y butirato – mejoran la oxidación de las grasas musculares cambiando el estado oxidativo de las fibras musculares. Por lo cual, mejoran la flexibilidad metabólica.
- Butirato – inhibe la histona desacetilasa, lo que protege contra el catabolismo de las proteínas musculares y, por lo tanto, previene la pérdida de masa muscular relacionada por la edad o por el sobreentrenamiento.
En personas con obesidad, existe algún estudio que demostró que el tratamiento diario de Akkermansia munichipila, durante 3 meses, mejoraba el metabolismo de glucosa y lípidos, así como el peso corporal.
Se sugiere que el recuento fecal de las filos Actinobacterias y Verrucomicrobiaaumentan después de intervenciones de ejercicio a muy corto, medio y largo plazo están relacionados con el ejercicio físico y con las capacidades cardiorespiratorias.
También hay trabajos que muestran que el ejercicio podría hacer que los AGCC estén más biodisponibles para las bacterias del colon.
La evidencia reciente indica que mientras más diversidad de especies microbiana, más saludable es el fenotipo.
También, las últimas revisiones reflejan que una mayor actividad física y aptitud cardiorrespiratoria están asociadas a una mayor diversidad bacteriana en adultos sanos. Por tanto, el ejercicio juega un papel crucial en la salud intestinal.
Sin embargo, esta relación parece cumplirse de forma poco significativa cuando el ejercicio es a corto o medio plazo. Se necesitan más trabajos para conocer los mecanismos por los cuales esto ocurre y sobretodo, que efecto tiene en sujetos entrenados.
Conclusiones
La pregunta será ¿mejorará la flexibilidad metabólica en personas altamente eficientes energéticamente?
Autor: Alejandro Luque Figueroa – Asesor de nutrición y salud
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