
El insomnio es un trastorno del sueño caracterizado tanto por la incapacidad para conciliar el sueño como por la dificultad para permanecer en él. A día de hoy, es considerado una epidemia silenciosa, ya que sus causas y consecuencias están estrechamente ligadas a la vida moderna y entran dentro de la cotidianeidad.
Insomnio: causante de enfermedades y problemas psicológicos
La realidad es que, a pesar de que los efectos del insomnio tienen un impacto en la economía de la salud pública, hay muy poca prevención e información al respecto para evitar este desgaste tanto a nivel económico como físico y mental de quien lo padece.
El principal problema es el conjunto de comorbilidades que lleva asociado. El insomnio afecta a la regulación general del organismo afectando a múltiples sistemas que están interrelacionados y que, además, se pueden ver potenciados por otros factores ligados al estilo de vida, como puede ser la mala alimentación, el sedentarismo, la falta de gestión emocional y el estrés.
Las principales afecciones relacionadas que presentan causa de mortalidad se dan a nivel cardiovascular y endocrino. Por ejemplo la hipertensión, ateroesclerosis, hiperlipidemias, sobrepeso u obesidad, diabetes tipo II y síndrome metabólico. Pero no podemos olvidarnos del impacto negativo a nivel psicológico que produce el insomnio. Conductas como la ansiedad, el déficit de atención, frustración e irritabilidad… que suelen estar asociadas a cuadros depresivos, se ven altamente potenciadas por los trastornos del sueño.
El trastorno del sueño y las alteraciones hormonales
Acercándonos más a la raíz del problema, el insomnio, o mejor dicho, la alteración de los ciclos circadianos, conlleva una cascada hormonal que desencadena la señalización de citoquinas proinflamatorias, especialmente la IL-6, o el TNF-α. Éstas favorecen la aparición de inflamación crónica de bajo grado y la desregulación del sistema inmunitario. Dichas alteraciones endocrinas y metabólicas se han demostrado en diferentes estudios.
Los Trastornos del sueño producen además un desequilibrio en los niveles de LDL y HDL, lo cual, junto con la alteración inmunoinflamatoria explica el porqué de algunas afecciones a nivel cardiovascular. Además, es fundamental mencionar el papel del cortisol, ya que esta hormona puede ser la culpable del insomnio por estrés cronificado, siendo por tanto síntoma y causa del propio insomnio.
Este exceso cronificado de cortisol durante el estrés patológico produce también un aumento de la lipogénesis. Esto explicaría el aumento de peso y la producción de inflamación crónica de bajo grado por la liberación de adipocinas proinflamatorias, además de un desajuste en la síntesis de leptina y grelina, hormonas fundamentales en la regulación de la saciedad.
Conclusión: el insomnio como foco de la atención primaria
Como conclusión, el insomnio está subestimado en su relación con el desarrollo de patologías relacionadas, las cuales no deberían ser ignoradas. Por eso debería ser un punto principal en la atención primaria de los pacientes, que permita encontrar el foco que la produce y erradicarlo antes de que se desarrollen comorbilidades. Esto incluiría en la atención primaria hacer mayor hincapié en los hábitos de vida saludable y una educación de la higiene del sueño.
Autora: Mercedes Rodríguez García – Coordinadora en el área de Nutrición de ESI Academy
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