Como se habló en otros artículos del blog, el ayuno se puede definir como una abstinencia voluntaria de alimentos y bebidas calóricas específicas durante un periodo de tiempo.
En función de cuáles sean los objetivos de dicho ayuno y las características individuales de la persona (composición corporal, enfermedades preexistentes etc.), se establecen protocolos diferentes en relación al tiempo de no ingesta. Es importante conocer que el tiempo que un individuo puede sobrevivir sin alimentos está determinado por la calidad y cantidad de las reservas de energía endógena.
Una vez comienza el ayuno, el cuerpo pasa por diferentes fases en las cuales la prioridad oxidativa de sustratos energéticos se va alternando al igual que la respuesta hormonal, rutas metabólicas, sistema inmunitario e, incluso, el volumen de los órganos.
Fig. 1:Efectos sistémicos de la restricción calórica o el ayuno intermitente.
“A time to fast” – Andrea Di Francesco, Clara Di Germanio, Michel Bernier, Rafael de Cabo
A continuación, se describirán las fases que se desarrollan en el organismo:
- Fase I: Esta fase suele ser corta, puede ir de unas pocas horas a una semana e incluye los procesos de digestión y asimilación de las comidas hasta la inactividad digestiva. Esta fase va acompañada de una disminución del índice de tasa metabólica (velocidad de metabolización de sustratos) a medida que se suspenden los procesos de consumo de energía provenientes de la digestión y asimilación de las comidas. El sustrato principal de esta fase es el glucógeno procedente del hígado y del tejido muscular (en menor medida).
- Fase II: Generalmente es la más larga. El índice de tasa metabólica puede deprimirse aún más. En esta fase se prioriza la utilización del sustrato proveniente de los ácidos grasos y se produce un aprovisionamiento metabólico para mantener la homeostasis frente al ayuno en la cual, los lípidos representan entre el 90% y el 98% del sustrato metabolizado.
Para preservar la estructura y función de los tejidos, la utilización de aminoácidos como sustrato, para la producción de glucosa por gluconeogénesis, es muy pequeña (suponiendo solo del 2% al 8%). Algo muy característico de esta fase es la producción de cuerpos cetónicos derivados de lípidos que sirven como un sustituto de la glucosa para los tejidos que tienen una alta preferencia por la glucosa, como son el nervioso o el cardiaco.
- Fase III: Esta fase del ayuno se considera crítica. En esta fase se produce un cambio en el sustrato, se pasa del catabolismo de lípidos al de aminoácidos, el cual supone una disminución en la producción de cuerpos cetónicos y un aumento en la gluconeogénesis basada en aminoácidos.
El uso de aminoácidos como sustrato puede resultar de la regulación a la baja de la oxidación de ácidos grasos más que del agotamiento de las propias reservas de grasa.
Fig: 2. Perfiles característicos de las variables metabólicas durante las tres fases de ayuno. “Integrative Physiology of Fasting” – Stephen M. Secor and Hannah V. Carey
Es por tanto necesario controlar que el ayuno no conduzca a una proteólisis degradatoria que desgate los tejidos. Si no se reanudase la alimentación, se sufriría una insuficiencia orgánica, pérdida de la homeostasis e incluso la muerte.
Cuando se pauta un ayuno como coadyuvante a un tratamiento, se busca una adaptación metabólica situada en la fase II, donde la utilización del sustrato y los procesos fisiológicos suponen un beneficio para el individuo y aumentan su rendimiento en el reciclaje celular. Esta fase es la más larga, con lo cual hay una gran ventana de actuación a la hora de buscar la restitución de la homeostasis fisiológica.
Evolutivamente, el ser humano está diseñado para pasar periodos de ayuno que prolonguen todas estas rutas y a día de hoy hay cientos de estudios que avalan su evidencia y sus múltiples beneficios.
Fig. 3: El tiempo de ayuno y la restricción energética comparten respuestas biológicas implicadas en las vías de longevidad controladas por metabolitos. “A time to fast” – Andrea Di Francesco, Clara Di Germanio, Michel Bernier, Rafael de Cabo
Sin duda, el ayuno puede ser una herramienta muy interesante para afrontar el tratamiento de algunas patologías, pero también como herramienta preventiva y beneficiosa a implementar en el estilo de vida personas sanas.
El ayuno, aunque muy seguro en multitud de condiciones fisiológicas y restringido en el tiempo, puede no ser adecuando en todas las personas y todas las situaciones, es por ello que siempre es recomendable disponer de un seguimiento por profesionales sanitarios formados y especializados en la implantación de esta herramienta capaces de hacer un monitoreo fisiológico que permita identificar su viabilidad y el tiempo óptimo de aplicación, así como evitar cualquier posible efecto adverso.
Autora: Mercedes Rodríguez García – Coordinadora en el área de nutrición en ESI Academy
Bibliografía:
https://science.sciencemag.org/content/362/6416/770.full
https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1002/cphy.c150013