La medicina oficial considera al yodo como un mineral necesario para – la vida, pero sin darle la importancia que le otorga a otros elementos como, por ejemplo, el calcio, el hierro o el magnesio.
En realidad considera que el yodo solo es necesario en la minúscula cantidad de 0,15 miligramos diarios para mantener el metabolismo de la glándula tiroides. Y es que hay que reconocer que en los temas de nutrición la medicina convencional se encuentra anclada en el paleolítco. Después de que los naturalistas llevasen lustros alertando a la población sobre las carencias de grasas omega 3, los médicos no eran conscientes y hasta hace bien poco no han empezado a aconsejarlas para los pacientes cardiacos o con Alzheimer.
En el caso del yodo debemos alertar a la población de que una dieta pobre en yodo —como la de la mayoría de la población occidental—, puede dar síntomas que se confunden con enfermedades tales como la depresión, el hipotiroidismo o la anemia. Y es que la falta de yodo en los alimentos es algo muy serio y puede encontrarse en la raíz de no solo el cáncer de pecho, próstata o estómago, sino además en los casos de baja libido, de infertilidad, de endometriosis o de los quistes de mamas y ováricos.
Cuando el médico le recomiende fármacos para su “enfermedad”, pregúntese si en realidad lo que le está pasando no podría deberse simplemente a una falta de yodo en la dieta. No crea que su hijo es tonto o que debe darle los psicofármacos recetados si le han diagnosticado Trastorno de Hiperactividad. Tampoco se crea que su artrosis, artritis u osteoporosis sean “temas de la edad”, todo ello podría deberse a que su organismo no recibe todo el yodo que necesita.
Sin embargo, la solución es muy sencilla y no cuesta nada probarla, ni arriesga nada, ni tiene efecto secundario alguno. Tan simple como agregar un puñado de algas marinas compradas en el supermercado a su ensalada o si prefiere una gotas de Solución de Lugol que le prepararán en cualquier farmacia. Tenga en cuenta que el yodo que hay en los alimentos, en los pescados o mariscos, apenas es suficiente para que no tenga bocio, y está muy por debajo de las necesidades de yodo de todas sus células. Y tenga cuidado con la sal, olvídese de las sales de moda: la marina, la del Himalaya y la de los Andes, tome la sal normal de toda la vida, ya que es la única que está yodada y no deje de sazonar sus comidas con esta sal, su corazón se lo agradecerá.
JUAN CARLOS MIRRE. Autor del libro: Yodo ¡No estás enfermo! Es el cuerpo que te pide yodo.
Artículo publicado en la Revista Vivo Sano nº9